En exclusiva el magistrado del TEPJF, Felipe de la Mata Pizaña, habla sobre la labor de las autoridades electorales, la participación ciudadana y qué hace que la elección de AMLO sea histórica (parte uno del serial #ElPapelDelINE).
El 3 de julio de 2000, México amaneció con lo impensable hasta entonces: el PRI perdía el poder después de 71 años. Fue Vicente Fox, candidato a la presidencia por el Partido de Acción Nacional (PAN), quien en las elecciones del domingo 2 de julio se llevó los votos de una ciudadanía que le puso fin a la hegemonía priista.
Con una ventaja de siete puntos sobre Francisco Labastida, del Partido Revolucionario Institucional (PRI), Fox, de 58 años, consiguió el histórico cambio.
Esa fue la primera elección que calificó el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF), tras la reforma electoral de 1996, pues, hasta entonces, quien calificaba la elección de presidente de la República era el Congreso de la Unión.
Dos elecciones después, el TEPJF volvió a entregar una constancia de mayoría en un escenario histórico, también: de nuevo el PRI resultó derrotado en un México gobernado por un presidente emanado de sus filas, Enrique Peña Nieto, y por primera vez en la historia del país el triunfo fue para un candidato de izquierda.
Después, el magistrado repara en los recuerdos de las otras elecciones. "En el año 2006, hubo una confrontación completa muy clara, que todos los vimos, con un final de fotografía."
Andrés Manuel López Obrador anunció en julio de aquel año que, con fundamentos legales,impugnaría el resultado de las elecciones federales del 2 de julio ante el tribunal especializado, y demandaría un recuento voto por voto. Así lo hizo con todo y el polémico cierre de Paseo de la Reforma al que convocó y que tuvo una duración de 45 días.
El plantón representó para el PRD, partido por el que AMLO fue postulado entonces, una deuda de 250 millones de pesos que, luego de diez años sin poder pagarla, había crecido para 2016 a 500 millones de pesos.
"En el año 2012 hubo una impugnación, pero la distancia entre el primero y segundo lugar era de un poco más de 5 puntos porcentuales", recuerda De la Mata.
Aquel año, Enrique Peña Nieto ganó las elecciones presidenciales con el 38.21 % de los votos, según el cómputo oficial, mientras que Andrés Manuel López Obrador, acumuló 31.59 %, seguido por la panista Josefina Vázquez Mota, con 25.41 % de los sufragios.
Pero, a decir del magistrado, esta última elección es histórica por muchas razones: el número de personas que salieron a votar, el número de personas que participaron en las casillas y también "porque demuestra que, en México, siguiendo las reglas y los cauces institucionales, la oposición puede ser gobierno."
Felipe de la Mata Pizaña.
De esta manera, el 8 de agosto pasado, López Obrador se convirtió en el presidente electo de México con el triunfo menos judicializado, después de Vicente Fox, y a diferencia de Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto.
"Teníamos que trabajar todos en torno a un proceso electoral, esta elección fue una gran oportunidad para el trabajo de los partidos políticos, de la ciudadanía, sobre todo de la gente, no se anuló ni una sola casilla, a pesar de que hubo más de 280 impugnaciones y, por supuesto, el trabajo ejemplar del INE en la preparación y culminación de la jornada", apunta De la Mata Pizaña.
La organización de las elecciones le corresponde al Instituto Nacional Electoral (INE) que tiene competencia en procesos electorales federales como locales, mientras que el Tribunal es el órgano judicial que analiza las impugnaciones de las inconformidades que haya en torno a las actividades del INE, de los OPLES (organismos públicos locales electorales) y también de los partidos políticos.
De la Mata Pizaña explica también que el Tribunal conoce de los casos sobre procesos de selección de candidaturas, procesos internos de selección de órganos directivos de los partidos políticos, pero "también tiene que ver con cosas tan simples como las credenciales para votar de los ciudadanos, si aparecen o no en el registro general de electores y muchas veces temas específicos que los ciudadanos quieren hacer valer ante las autoridades, como el derecho para ser observadores electorales."
Antes de la creación del Tribunal Electoral, incorporado al Poder Judicial de la Federación, lo cual se hizo a finales de 1996, quien calificaba la elección de presidente de la República era el Congreso de la Unión, "a través de un colegio electoral integrado por los presuntos diputados y si había una inconformidad se presentaba el escrito ante el colegio electoral y ellos votaban en torno a él", explica el magistrado.
En 1996 se cambió esta fórmula de calificación para que "no fuera a través de vías políticas, sino vías judiciales".
"Han sido cuatro ocasiones que el Tribunal le ha entregado sus constancia al presidente de la República y, en este caso, tiene una función bastante atípica, administrativa: hace el cómputo, y antes de poder hacerlo tiene que analizar las impugnaciones en torno a los cómputos distritales, hace la sumatoria de todos los cómputos distritales y llega a la conclusión de que determinada persona ganó, luego hace la declaratoria de validez de la elección final, y luego ver si la persona es elegible para el cargo al que fue electo", abunda.
Al cuestionarlo sobre la relación que tiene el Tribunal con el INE, De la Mata resalta que es buena con un buen canal de comunicación y un adecuado flujo de información. Entonces recuerda una frase de José Luis de la Peza, el magistrado del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación que entregó la constancia de mayoría al presidente Vicente Fox en el 2000.
José Luis de la Peza decía que si al INE le va bien, al Tribunal le va bien y ese ha sido una especie de mantra que existe entre esas dos instituciones".Felipe de la Mata Pizaña.