Ha terminado el tiempo de la política electoral.
Las mexicanos y los mexicanos pudimos presenciar e informar nuestro criterio para ejercer nuestros derechos políticos tras una larga (y a ratos a juicio de muchos “larguísima”) campaña electoral.
Durante este tiempo presenciamos en voz y obra de partidos, candidatos, militantes y simpatizantes actos políticos rebosantes de pasiones. Lo mismo ira, odio, decencia, honestidad, dolor, vergüenza, ansia, envidia, piedad, rabia o amor.
Muchos fueron los sonidos y acciones que presenciamos en la propaganda y los debates: propuestas, contrapropuestas, denuncias, incluso insultos. De alguna manera, en razón de los más de 20 mil cargos a elegir en esta elección debe decirse que en ciertos momentos el ruido fue ensordecedor, pero así es la democracia liberal, vibrante, fuerte, apasionante y a ratos ruda...