Una democracia que no apueste por la inclusión de todas las personas es una ficción. La construcción de nuestro propio entramado democrático y constitucional, hecho a partir de sucesivas reformas, pero también a golpe de sentencias ha apostado, al menos desde 1996, por un sistema electoral y de representación que genere mecanismos para visibilizar en la arena política el pluralismo y la diversidad racial, étnica, sexo-genérica e ideológica del país...