#LaEJEestáabierta
Dr. Felipe de la Mata Pizaña*
Si al sonar las 12 campanadas del 31 de diciembre pasado algún asistente a la cena familiar te hubiera dicho que su mayor deseo para el año que comenzaba era no estar aislado en su casa por razones sanitarias, pocos días después de que una “extraña gripa” había sido identificada en China, habrías sonreído y cambiado de tema, de seguro a tu interlocutor se le había subido la sidra.
Quizá por ello pocas instituciones educativas de nivel superior tenían un plan para afrontar el gran reto que ha representado la pandemia de COVID 19: la declaratoria de pandemia implicó, repentinamente, suspender el desarrollo de sus planes educativos, ver a los alumnos y profesores abandonar las aulas y encerrarse en sus domicilios.
Lo anterior significó, también, dejar súbitamente de debatir en las clases, cerrar los talleres o laboratorios, clausurar las aulas, los auditorios, cancelar los congresos y, finalmente, cerrar las puertas de las escuelas, muchas veces con miedo ante lo jamás vivido.
Hacía más de un siglo que una pandemia no generaba una acción tan brutal en occidente, cuyas consecuencias podrían haber sido trágicas para la formación humana de una generación de no haber sido por la rápida reacción que muchas instituciones educativas superiores tomamos gracias a las nuevas tecnologías.
Y así como rápidamente llegó la pandemia, igualmente docentes, estudiantes y directivos de instituciones educativas de nivel superior reaccionamos y entendimos que nuevos retos implican también nuevas soluciones y oportunidades: se clausuraban los salones de clase, pero las escuelas y las universidades no podrían jamás permanecer cerradas. Nuestro deber social es fortalecernos ante la pandemia.
Fue claro que, si bien en principio, cuando escuchamos la palabra “escuela”, lo primero que nos viene a la mente es una especie de establecimiento o edificación equipada con salones de clases, en los que profesorado y alumnado se reúnen con la finalidad de llevar a cabo las tareas propias de la instrucción de alguna rama del conocimiento.
Una mirada más profunda, una mirada humana, devela que, en realidad, una escuela somos las personas que estamos comprometidas a difundir la enseñanza y el aprendizaje, junto con nuestros estudiantes. La escuela es una acción, no un sustantivo.
Efectivamente, más que un sustantivo que refiere un lugar, la escuela es una acción práctica que designa la actividad de exponer, discutir y valorar la información relativa a una rama del conocimiento humano, que a su vez pretende fomentar el desarrollo de las habilidades necesarias para el análisis crítico y racional de los problemas propios de una disciplina.
Hoy, demostramos que estamos haciendo escuela: se hace escuela cuando docentes y estudiantes interactúan personal o digitalmente con el propósito de presentar, cuestionar y validar el conocimiento, con independencia de la locación geográfica en la que se encuentren.
En el caso de una escuela de Derecho Electoral, es imprescindible tomar en cuenta que buena parte de la aplicación efectiva del conocimiento legal, con miras a la resolución de los problemas que se presentan en la práctica, tiene como fundamento el manejo adecuado de las diversas técnicas especializadas del razonamiento jurídico: los métodos de interpretación normativa, la argumentación en sus dimensiones formal, material y pragmática, la ponderación de derechos, la valoración probatoria, la aplicabilidad de precedentes jurisprudenciales y la inferencia de principios jurídicos a partir de normas, entre otras tantas.
Por ello, para hacer escuela jurídica no basta con que la información de tal o cual rama del derecho sea accesible al alumnado: resulta indispensable contar con un método de interacción que permita establecer un diálogo crítico entre la persona que guía la discusión y quienes tienen el propósito de aprender.
Así, desde el pasado 16 de marzo, día en que el Tribunal Electoral comenzó con la implementación de diversas acciones encaminadas a la protección de la salud de su personal y de la ciudadanía que hace uso de sus servicios públicos ante la amenaza de la pandemia que nos aqueja, la Escuela Judicial Electoral (EJE) ha privilegiado esta filosofía educativa y ha refrendado su compromiso de continuar con la labor de difusión del conocimiento electoral, adecuando su labor con las barreras de sana distancia que deben acatarse para hacer frente a la crisis sanitaria.
De esta forma, mediante el uso de plataformas tecnológicas gratuitas que permiten la interacción entre las personas desde sus hogares, la EJE ha implementado diversas dinámicas educativas, dirigidas al público en general, cuyo propósito es la difusión y discusión de algunos de los tópicos más actuales y relevantes del derecho electoral y de la vida democrática de nuestro país.
Así, modificamos rápidamente todos nuestros planes de acción y educativos para 2020 y potenciamos los temas de educación digital y a distancia en cuatro vías:
Estamos, además, desarrollando nuevos cursos que muy pronto estarán a disposición de la ciudadanía.
Tenemos proyectado para la tercera semana de abril, un seminario de derecho procesal electoral, y en mayo uno sobre el procedimiento especial sancionador, además de un taller de redacción de sentencias para el personal jurisdiccional de los tribunales electorales locales, y un seminario sobre libertad de prensa y criterios electorales.
Así, cada martes, mientras dure la emergencia sanitaria, se llevarán a cabo estos foros con temas novedosos y de interés general, como: “Elecciones 2021, ¿Qué retos y cuáles (posibles) soluciones?” y “Justicia Electoral: ¿Cuál ha sido su impacto en el proceso electoral democrático?”.
De esta forma, durante el periodo que duré la emergencia sanitaria, la ciudadanía podrá participar activamente, desde sus hogares, en las diversas dinámicas educativas ofertadas por la EJE.
A nuestro juicio, esta experiencia de poco menos de un mes en la implementación total de la educación interactiva a distancia en las actividades de la Escuela Judicial Electoral nos deja 3 valiosas lecciones.
Primero, hemos corroborado que, con las herramientas tecnológicas adecuadas, ya no es necesario salir de casa para integrarse de manera completa a una institución dedicada a la enseñanza jurídica.
Segundo, hemos verificado que la educación jurídica a distancia no tiene por qué ser una actividad de menor calidad a la presencial, siempre y cuando se procure la interacción entre la persona que guía el proceso de aprendizaje y el alumnado.
Finalmente, hemos aprendido que el reto más apremiante en la implementación de las soluciones tecnológicas educativas está en superar la curva de aprendizaje para operarlas de manera eficaz.
Educar para la democracia en tiempos del coronavirus nos ha exigido un extenuante esfuerzo de adaptación humana y tecnológica a las condiciones adversas en las que actualmente vivimos. Nos ha obligado, de forma súbita, a reaprender a enseñar.
Sin embargo, los nuevos programas, talleres, seminarios y conferencias virtuales que reflejan el alcance de nuestra labor nos recuerdan, día con día, que hacer escuela electoral implica un auténtico vínculo ético con un número cada vez mayor de personas que a lo largo y ancho del país buscan en nuestra institución la formación necesaria para entender y asumir con responsabilidad sus derechos y obligaciones ciudadanas, así como contribuir, desde sus trincheras, al desarrollo de nuestra cultura democrática.
Por ello, convencidos de que la mejora continua es un deber jurídico, moral y social, las personas que conformamos la Escuela Judicial Electoral del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación estamos replanteando una forma de enseñar derecho electoral por el tiempo que sea necesario, en beneficio de nuestras y nuestros estudiantes y del Foro Jurídico Mexicano.
Así garantizamos que, aunque nos quedemos en casa, la EJE está abierta para hacer escuela.